viernes, 5 de enero de 2018

Carreteras de la muerte en el sur del Perú

En el sur peruano 84% de accidentes se producen por factor humano. Sin embargo, la difícil condición geográfica se convierte en otro elemento para un siniestro. El conductor debe sortear barrancos, neblinas, lluvias y nevadas. 

Antonia sube a su bus en el terminal terrestre de Arequipa. Su destino, Juliaca. Mientras el ayudante acomoda sus cosas ella se encomienda a Dios y advierte al conductor: "No sea imprudente por favor. Quiero llegar viva".

Después del terrible accidente, en el serpentín de Pasamayo (Lima), donde murieron 52 pasajeros que viajaban en un bus; la seguridad vial del país nuevamente está en debate.

El accidente fue causado por la imprudencia del chofer de un tráiler que invadió el carril contrario y provocó el despiste del ómnibus que rodó por un abismo rumbo al mar. 

Las estadísticas de la Policía de Carreteras corroboran que el 84% de los accidentes en vías nacionales ocurren por imprudencia de los conductores. No respetan el límite de velocidad de 90 km por hora y constantemente buscan sobrepasar a otros vehículos en la autopista.

A la negligencia humana se le añade la característica geográfica de las carreteras que desciende a la costa y selva, y serpentean el Ande. Los climas también influyen: lluvia, neblinas, nevadas. 
Sur extremo

En el sur gran parte de las carreteras están ubicadas en territorios agrestes. Los barrancos se encuentran en pistas del litoral y de la sierra alta. (VER INFOGRAFÍA)

En la zona de Sandia (Puno), por ejemplo, las vías están en ceja de selva. Tiene abismos profundos y neblinas constantes. Un día antes de Año Nuevo una mujer murió en un accidente de tránsito en parte de esta vía. Una camioneta colisionó frontalmente con un camión.

También en Cusco, en la vía hacia Quillabamba, hay barrancos a más de 5 mil metros sobre el nivel del mar. Las neblinas y nevadas constantes la hacen peligrosa. Un huaico sepultó a una familia completa en esta vía en febrero del 2017, en plena temporada de lluvias.

En las vías de la costa, en la Panamericana Sur y las Costaneras,la neblina es factor perturbador para los conductores. Las garúas vuelven resbaladizas a las pistas.

La Quebrada del Toro (Arequipa), un tramo de la Panamericana Sur cercano a Camaná, es una tumba de decenas de muertos. La neblina es un factor constante. En el 2014, ahí se produjo un terrible accidente de tránsito: murieron más de 20 pasajeros, cuando un bus de Flores se estrelló contra otro. Uno terminó en el barranco y el otro en el cerro.

También hay tramos de peligro en la Panamericana Sur y la Costanera entre Tacna-Ilo-Moquegua. En los últimos tres años, ahí se registraron 1500 accidentes con el lamentable saldo de 96 fallecidos.
Informalidad imperante

Pero esto solo es el reflejo de una estadística más fría. Arequipa es la segunda región con más accidentes luego de Lima. Y en conjunto las regiones del sur acumulan gran parte de las fatalidades automovilísticas del país.

Sobre esto habló el gerente de Corattsa, Marco Chauca Valdez. Aseguró que en el 2017 los accidentes de buses interprovinciales disminuyeron significativamente. 

Echó la culpa a las miniván. Estos vehículos clase M2 brindan el servicio de transporte interprovincial de pasajeros informalmente. No tienen el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) y conducen a más de 120 km por hora en rutas peligrosas.

Estos tienen varias rutas; hacia Puno, Cusco, Ilo, Mollendo, Camaná, Caravelí, y muchas más. Y funcionan a vista y paciencia de las autoridades.

Además, arremetió contra las concesionarias de las autopistas interprovinciales. Por ejemplo, indicó que Concesionaria Vial del Sur (Covisur) no realiza los mantenimientos necesarios en la Panamericana Sur ni en la vía hacia Puno. Y tampoco cumplen con poner la señalética necesaria.

Mientras que para el jefe del Sutran Arequipa, Rolando Santa Cruz, el problema también es de la población. Pidió tomar más conciencia y evitar los vehículos informales.

Asimismo, realizan operativos en los que son agredidos por los dueños de los vehículos informales. Aún así lograron detener muchos de estos viajes, que pudieron convertirse en el último para sus pasajeros.

Fuente La República.