Dos décadas Un agujero pequeño apareció en la tierra en 1998 en la comunidad cusqueña de Lluto y nadie pensó que esa abertura iba a terminar destruyendo toda la comunidad. Decenas de familias salvaron de morir. Esperan ayuda de las autoridades
La tierra comenzó a amenazar hace veinte años. En un día lluvioso de 1998 un pequeño agujero apareció en el suelo que ocupaban hasta hace unos días los comuneros de Lluto, distrito de Llusco-Chumbivilcas-Cusco. Un campesino alertó a la dirigencia y las autoridades, pero entonces la respuesta fue la indiferencia.
Cuatro años después, en 2012, el agujero se convirtió en una rajadura de unos siete metros. Era como si alguien hubiera cortado la tierra con un cuchillo. Tampoco hubo preocupación. Recién en 2017 la situación empezó a empeorar con la aparición de decenas de pequeñas grietas a lo largo y ancho de la parte alta de la comunidad.
A mediados de febrero pasado ocurrió lo inevitable. La tierra se abrió en casi dos kilómetros. El 28 de febrero pasado las autoridades decidieron recorrer el sitio y al ver el peligro dispusieron el traslado inmediato de 37 familias a la parte alta. La medida los salvó de ser tragados por la tierra que sepultó algunas casas y devoró otras humildes viviendas de adobe.
LA PESADILLA
Ese 28 de febrero, Jesús Maqui Ataucuri había caminado por la cornisa de la rajadura de tierra que partió en dos el anexo Campanayoqpata en el distrito de Llusco. Sus vecinos inclusive habían ingresado a sus casas para retirar sus objetos domésticos, luego de que se dispusiera su reubicación ante la amenaza de una gran avalancha.
El suelo, que todavía parecía firme, colapsó a las tres de la madrugada del día siguiente. Treinta hectáreas de tierra en promedio se desprendieron abruptamente como si el mundo se hubiera precipitado sobre el pequeño pueblo.
Jesús Maqui sintió un ruido seco y constante como si unos caballos desbocados estuvieran corriendo en dirección a las casas que -por fortuna- ya estaban vacías. Cuarenta y tres familias habrían sido sepultadas si las autoridades no disponían su reubicación.
Esa madrugada oscura y lluviosa, Jesús tuvo miedo. A sus 43 años pensaba que pocas cosas podrían generarle tanto susto. Dormía en una improvisada vivienda hecha a base de calaminas en la zona del estadio Koricancha, donde se reubicó a las 43 familias damnificadas.
Lluto es una comunidad madre integrada por cuatro anexos. Campanayoqpata es uno de ellos. La comunidad está dividida por el riachuelo España en dos márgenes: derecha e izquierda. “A este lado (margen derecha) la gente pensaba que iba a morir. Gritaban con desesperación en medio de la oscuridad”, dice Jesús.
Natividad Aristi Núñez (83) es uno de los patriarcas de la comunidad. Ya no escucha bien, por lo que para hablar con él hay que gritar. “Mi casa ha desaparecido, ha sido enterrada”, se queja el anciano quechuahablante, mientras sus lágrimas ruedan por los surcos que el tiempo ha dejado en su rostro. Natividad tiene que soportar junto a su esposa las frías noches dentro de la carpa que ha recibido de Indeci. Las otras 41 familias también.
NO HAY EXPLICACIÓN
Agustina Pimentel Lima también lo ha perdido todo. A diferencia de sus vecinos que exigen apoyo, ella demanda una explicación de la razón del fenómeno que los ha dejado en la calle.
En un inicio, las autoridades del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y la Oficina de Gestión de Riesgos y Seguridad del Gobierno Regional de Cusco dijeron que se trataba de una falla geológica por reptación (erosión). A los pocos días, el presidente del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera, precisó que el desastre no se generó por la activación de una falla. Explicó que el fenómeno era un deslizamiento de tierra que se genera cuando las lluvias saturan el suelo y le restan estabilidad, por lo que la masa se desplaza cuesta abajo.
Un equipo del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet) de Arequipa evaluará el deslizamiento, así se determinará las causas. Otro equipo de Lima, llega hoy a Lluto para tomar vistas con drones y así tener resultados más precisos.
Por ahora se sabe que los comuneros de Lluto vivieron durante décadas sobre restos de una erupción volcánica que habría ocurrido varios millones de años atrás y que fue cubierto por material arcilloso, lo que ahora facilita el deslizamiento.
Debido a la falta de una explicación científica clara, los comuneros han creado sus propias conjeturas. Algunos piensan que por debajo de la pequeña montaña pasa un río que ha carcomido las bases y ocasionado el deslizamiento. Un sector católico –sobre todo los más ancianos- piensa que es un castigo de la Virgen Purificada. Sucede que la fiesta de la patrona de Lluto se celebraba cada febrero. No obstante, hace un año los docentes exigieron que la virgen sea trasladada a la parte alta y que allí se haga la fiesta. La capilla era una edificación solitaria. “Como estaba aislada –dicen los ancianos- provocó un alud que destruyó las casas para que todos se ubiquen en la parte superior de la ladera”, refiere Cervando Almirón.
LOS AFECTADOS
Aquella madrugada el deslizamiento de tierra desapareció la comunidad Lluto. No hay ni un solo rastro de la casa de Faustino Supa Quispe (37). La madrugada del incidente estaba fuera de la comunidad junto a su esposa y tres hijos. Faustino se enteró por la radio que lo había perdido todo. “Estaba en la ciudad; cuando volví, mi casa había desaparecido”, dice.
La masa de tierra también arrastró unos 15 metros y luego sepultó el primero piso de la casa de Clemente Molina. Solo se puede ver el segundo nivel. Por debajo de lo que queda de la vivienda transcurren las aguas turbias del riachuelo España.
Junto a la casa de Clemente se puede ver la carretera principal del pueblo que fue destruida por el alud y que además bloqueó el riachuelo. Todavía es latente la posibilidad de que el bloque del afluente provoque un embalse de grandes proporciones cuyo desfogue desaparecería la comunidad vecina de Kututu.
La gente quiere volver a sus casas a recuperar sus objetos domésticos, pero el miedo los paraliza. Jesús Maqui se armó de valor e intentó ingresar a su vivienda semidestruida. Cuando estaba a escasos 20 metros de la vivienda, la caída de tierra y piedras provocó un sonido estruendoso y el miedo se apoderó nuevamente de Jesús. La caída de tierra es tan constante como el miedo de los campesinos y la persistente llovizna que baña Lluto desde hace más de medio mes.
Según evaluación de Gestión de Riesgos son 37 damnificados
El director de Gestión de Riesgo y Seguridad del Gobierno Regional del Cusco, Randolo Anci Castañeda, informó que, según la última evaluación, son 37 las familias damnificadas y 90 familias afectadas, por el deslizamiento rotacional de tierra, a gran escala, en la comunidad de Lluto, ubicada en el distrito de Llusco, provincia cusqueña de Chumbivilcas.
La posta médica de la zona está destruida y la institución educativa presenta daños (fisuras) en los muros de tres ambientes. Desde la Dirección Regional de Educación Cusco se ha dispuesto la reprogramación del inicio del año escolar a fin de garantizar la integridad de los estudiantes.
En tanto, los sistemas de riego y saneamiento básico han colapsado y hay decenas de hectáreas de cultivos perdidos.
La carretera Santo Tomás-Llusco-Quiñota-Haquira, Challhuahuacho (tramo Lluto-España) presenta grietas y está a punto de colapsar. Se ha restringido el tránsito de vehículos de alto tonelaje.
Anci Castañeda aseguró que se ha entregado ayuda humanitaria consistente en frazadas, camas, colchonetas y alimentos a las personas que perdieron sus viviendas.
Señaló que desde noviembre del año pasado, el Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) venía monitoreando con geólogos, las grietas detectadas, los mismos que se incrementaron con las lluvias.
Mencionó que tras la declaratoria en emergencia la municipalidad debe destinar un presupuesto para la atención de los damnificados y la rehabilitación.
La República.