Un estudio científico del Grupo IBeA-Química Analítica y de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco está analizando las figuras geométricas y colores del arte rupestre hallados en la propiedad de Inkaterra, en el bosque de nubes de Machu Picchu. Esta colaboración comenzó en 2014 y actualmente sigue vigente.
Los pictogramas vistos en los jardines del Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel representan las tradiciones de civilizaciones ancestrales, talladas sobre una roca de valor religioso; un lugar donde se realizaban ceremonias sagradas y se depositaban ofrendas.
Se ha conducido estudios en biodegradación (análisis ambiental del patrimonio histórico) y espectroscopia para identificar los aspectos moleculares y elementales de la composición rocosa, como también los diversos pigmentos empleados en los pictogramas. De esta manera se determina que los colores negro, rojo y naranja pertenecen a carbón vegetal, hematita y betacaroteno.
Las pinturas rupestres de Inkaterra, ubicadas dentro del Parque Arqueológico de Machu Picchu, representan escenas de la vida cotidiana de los habitantes nativos de la zona. Desde hace décadas, los científicos han utilizado diferentes técnicas analíticas para caracterizar los pigmentos presentes en las pictografías de estos refugios rocosos, para conocer su origen y saber más sobre estos pueblos.
“Dentro de este equipo internacional estamos desarrollando diferentes estudios relacionados con el estado de conservación de la ciudad arqueológica de Machu Picchu. Además de las pinturas rupestres –presentes en Inkaterra, así como otras a lo largo del Camino Inca, dentro del parque arqueológico–, también se están realizando estudios de biodeterioro en diversos monumentos de la ciudadela, y analizando la influencia del medio ambiente (agua de lluvia, aire y suelos) sobre el propio estado de conservación del material pétreo de la ciudad arqueológica”, explicó Héctor Morillas, profesor investigador de la UPV/EHU y autor principal de este trabajo que publica la revista Microchemical Journal.
Para conocer cómo pintaban y esbozaban los pasajes de su vida cotidiana los nativos de Machu Picchu, analizaron las pinturas mediante una combinación de dos técnicas: por espectroscopia Raman y gracias a un microscopio electrónico de barrido acoplado a un espectrómetro de energía dispersiva.
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